Thursday, October 12, 2006

The Fool On The Hill


Fito Páez ha editado un nuevo disco, El Mundo Cabe En Una Canción. A diferencia de la escasa repercusión mediática y general de Rey Sol, Abre o Naturaleza Sangre (discos que dudo que alguien siquiera haya escuchado), este nuevo trabajo ha centrado la atención en su persona como no sucedía en mucho tiempo. Viendo el vídeo de su primer corte de difusión, ese en el que camina por las calles de Rosario, le tiré esta frase a mi hermano: “más consejos que un tema de Fito”. El chiste me llevó a escribir este posteo, en el que trataré de analizar algunos aspectos de la vida profesional y artística del ex de Fabi Cantilo.

Fito carece por completo de eso que nos gusta llamar cinismo. Eso explica, quizás, su naturaleza consejera como letrista, o esa asunción de la pose discepoleana para construir las líricas. No tiene ningún empacho en cantar a los cuatro vientos que “lo importantes es el amor” o que “hay que salir al sol”, frases optimistas que se distancian de, por ejemplo, u2, ya que poseen una sinceridad empática: uno llega a envidiar la ingenuidad consciente de Fito y su capacidad para, a pesar de todo, seguir viendo las cosas como posibles. Si lo de u2 es un negocio coelhiano, lo de Fito suena más a un optimismo honesto, a una capacidad envidiable para ver la luz al final de todo túnel. Nada más claro que una línea de su último disco: “confía, eso también te hace feliz”.¿Se puede acusar a alguien de ser excesivamente optimista? No, es ridículo, pero si el ziegtest de la época es la ironía o el mencionado cinismo, una artista de estas características está, por lo menos, manejando a contramano por las calles de su época, o como diría Richard Hawley, wading through the waters of my time. En el nacimiento de Estados Unidos, la felicidad de Walth Withman era lógica; hoy en nuestro país, la de Fito es difícil de explicar. Esto me lleva al siguiente punto.

No podría decir que es equivocada, pero sí que la visión de la realidad de Fito es completamente anacrónica. Sólo saber que la tapa de su último compilado es una foto de Susana Gimenéz bajo la cual se lee “Moda Y Pueblo” nos da un indicio sobre esto. Fito no entiende que el ahora llamado Pan y Circo es un juego en el que el pueblo participa conscientemente. A esto hemos llegado amigos, el pueblo no se deja engañar por el dueño del circo, al contrario, lo usa con fines propios. ¿Esto está bien? No, es pésimo, pero Páez parece desconocer esta realidad por completo y analiza las cosas como si fuera un opositor del primer gobierno de Juan Domingo Perón. Fito aún cree que los periodistas de Intrusos son “vampiros”; no es que esta opinión sea falsa (de hecho, lo son), el problema es que Fito pone las cosas en dos bandos y no llega a entender que la gente participa de ese juego y alienta el vampirismo, principalmente porque es divertido. En lugar de responder dos o tres cosas e irse del lugar sabiéndose mejor, Fito se prende en un debate con un notero imbécil y queda como un boludo: se vuelve parte del circo que aborrece, quizás por un excesivo idealismo que se vuelve contraproducente.

Por otro lado, mientras la industria cinematográfica esta inmersa en el realismo soporífero del Nuevo Cine Nacional, Fito edita una película como Vidas Privadas, barroca y bergsoniana, totalmente fuera de época y desenfocada en todo aspecto. La crítica devastó la obra, pero hay que hacer un apartado en este sentido: esa misma crítica ensalza películas espantosas que nadie ve y que reciben subsidios estatales, sólo para que el director y dos o tres productores vayan a Cannes y consigan financiar nuevos proyectos; esa misma crítica elogia filmes que se hacen buscando intencionadamente el público extranjero, apuntando el mercado europeo, aún cuando al inicio vemos el logo del INCAA. Vidas Privadas no es peor que alguno de esos filmes, pero pegarle a Fito (al desorientado Fito) es más fácil que hacer lo mismo con Burman o Martel.

Fito se lanza a la aventura de filmar con la misma ingenuidad con la que escribe sus letras, esperando lo mejor, caminando por una tormenta con la misma cara con la que caminaría por un parque primaveral. Esto se explica en parte sabiendo que Fito se considera a sí mismo un gran artista. No lo sé, pero supongo que debe sentirse un incomprendido que logrará reconocimiento con el tiempo, a la manera de Piazzolla. Fito hace covers de grandes artistas tradicionales y se junta con Mercedes Sosa, Charly y Spinetta sabiendo que él forma parte de ese panteón de músicos sagrados del endeble Olimpo argentino. ¿Cómo envejecerá la figura de Fito? Yo creo que de la misma manera en que envejecerá la obra de las otras luminarias rockeras clásicas (Charly-Spinetta): se suprimirán los arrebatos de ego, la terquedad, la ceguera voluntaria o involuntaria, y quedarán las grandes canciones. Porque esto es una realidad, Fito es el autor de joyas indelebles como Tumbas de la Gloria, Fue Amor, Cadáver Exquisito, Ciudad de Pobres Corazones, etc.

Otro punto a agregar sobre esta línea, la autoconsideración de Páez como genio, es que todos sus temas luego de El Amor... son autoreferenciales y suenan excesivamente a Fito. Es decir, Páez es la principal influencia de Páez. No puede comprender que quizás Pavement o Yo La Tengo sean bandas buenas, no lo puede entender porque no está en su naturaleza. Fito se considera un autor, y es por esta razón que ha perdido el rock, la actitud filosa del rock, esa que tuvo durante los 80´. Porque el rock se trata sobre no tomarse muy en serio las cosas, los compositores son sólo tipos que agarran tres acordes y arman un temita, aunque ese temita luego cambie el mundo. Fito supone que sus canciones son gemas del más refinado pop Beatle, supone que las armonías y las escalas que manejas son increíbles, y pierde de vista lo esencial: la expresión de emociones.

Por otro lado, es innegable que Fito es un artista relacionado con el menemismo, no porque hay apoyado al gobierno del riojano sino porque representó desde su lugar la idea de país que algunos imaginaban durante los 90´. Paez vendió ¡600.000 copias! con El Amor Después del Amor, durante aquella época en la que todos podíamos comprarnos discos originales. Se casó con una chica Almodóvar, abrió su propio estudio de grabación con la última tecnología, se volvió excesivamente barroco y terminó en el ostracismo, recluyéndose, como el Quijote luchando contra los molinos de viento. Su éxito y su debacle fueron paralelos a la cronología del menemismo, sus canciones sintonizaron de manera perfecta con el sentir nacional de entonces y fueron (casi) una banda de sonida para la compra indiscriminada de lavavajillas y microondas. Cuando el revisionismo histórico condenó esa etapa de nuestra historia, la figura de Fito se fue desdibujando de a poco.

Cabe destacar que Fito forma parte del grupo de “grossos de los 80” que están encontrando en la actualidad grandes problemas para retomar la buena senda. Más allá del éxito comercial, tanto el Indio Solari como Andrés Calamaro, Gustavo Cerati y el propio Fito parecen perdidos en esta época, navegando con mejor o peor suerte, contando billetes pero perdiendo eso que en algún momento los volvió importantes. Durante una época, Solari era el mejor analizando las problemáticas de nuestra sociedad, hoy canta un tema tan ridículo como “Nike es La Cultura”, que atrasa 10 años, o le dice “la internet” a Internet, tal como lo hace mi viejo. Calamaro vende discos y llena estadios pero su música se ha pasteurizado por completo y su impronta Dylan fue trocada por la triste impronta Vicentico. Cerati es una botella vacía, no hay nada dentro, sólo envase, en un momento su frivolidad era ideal para simbolizar nuestro país, hoy es un chiste de mal gusto. De todos modos, esto mismo le paso a genios como Bowie, Lou Reed o el propio Dylan. Quizás en algún momento encuentren el camino y se acoplen a estos tiempos alejándose de ellos, buscando las respuestas dentro y no fuera.

Por último, voy a cerrar este posteo con la letra una canción de Paul, The Fool On The Hill. De última, Fito me parece un tipo simpático, apasionado con sus cosas aún cuando éstas sean horribles, y compositor de temas que estuvieron en mi vida desde que nací. La letra de Fool... es genial porque, llamando tonto al tipo de la colina, Paul no hace más que hacernos sentir tontos a nosotros por no ver lo que él ve. Creo que grafica de manera genial todo lo que acabo de escribir.
Day after day,Alone on the hill,The man with the foolish grin is keeping perfectly still,But nobody wants to know him,They can see that he's just a fool, And he never gives an answer,But the fool on the hillSees the sun going down,And the eyes in his head,See the world spinning 'round.Well on his way head in a cloud,The man of a thousand voices is talking perfectly loudBut nobody ever hears him,Or the sound he appears to make,And he never seems to notice,But the fool on the hillSees the sun going down,And the eyes in his head,See the world spinning 'round.And nobody seems to like himThey can tell what he wants to do.And he never shows his feelings,But the fool on the hillSees the sun going down,And the eyes in his head,See the world spinning 'round.woah ooh, Round and round and round.He never listens to them, He knows that they're the foolThey don't like him,The fool on the hillSees the sun going down,And the eyes in his head,See the world spinning 'round.

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Thursday, October 05, 2006

El desaparecido

Para una de las notas de la revista Zama, publicación en la que hemos trabajado los últimos meses, el Bocha entrevistó a la madre de Miguel Bru. La señora aún busca el cuerpo de su hijo, de paradero desconocido desde aquella noche fatídica en la que ingresó a la Comisaría 9°, hace ya 13 años. El Bocha tituló el artículo bajo el genial nombre de “El desaparecido 30.001”.

Para el día de la primavera, Gastón, Goto y yo fuimos a Plaza Moreno con la idea de ver a Los Tipitos. No hace falta decir que la banda no es de nuestro agrado (de hecho, me parecen horribles), pero la curiosidad por escucharlos en vivo fue más fuerte que el buen gusto y de todos modos concurrimos al evento. El paisaje era previsible. Mucho pendejo humilde (15-18 años) absolutamente ebrio, generalmente con cerveza depositada en botellas de plástico de dos litros cortadas por la mitad. Recuerdo que pasó junto a nosotros un pibito borracho con su hijo sentado sobre sus hombros. Unas chicas se acusaban mutuamente de putas mientras, detrás, un grupo de pibes se cagaba de risa alegando que las minas eran “cualquiera”. Nunca pude saber qué fue lo que hicieron, y me disgusta imaginarlo. La mayoría vestido con ropa deportiva de feria paraguaya y celulares baratos que no dejaban de usar, los chicos se portaron bastante bien, lo único que hacían era tomar y reírse entre ellos. Después me enteré que los Nerd Kids habían tocado antes de nuestra llegada y que fueron bajados a botellazos, noticia que por algún motivo no me sorprendió en lo absoluto. Debo decir, sin embargo, que a los tres nos pasó lo mismo, sentados en una fuente de la plaza: algo estaba muy pero muy mal en el ambiente. Todos los chicos se me hicieron desamparados, abandonados a su destino, sin perspectivas positivas a futuro ni mucho menos. Sin ser un progre clásico, esa enorme cantidad de chicos (no quiero decir números, pero serían 3000) me parecieron víctimas de una estructura de cosas que se había encargado ya de cagarlos, a los escasos 17 años. No había nadie de colegio privado, eran todos chicos de escuela pública en pésimo estado, sólo con verlos se notaba que era así, y juzgué escasas las chances de que esos pibes pudieran realizar sus proyectos, o de que (peor) incluso tengan alguno. No sé, odio las generalizaciones, pero estuve ahí y eso fue lo que me pasó. Fue una imagen muy vívida de que, a pesar de lo que diga el espantoso gobierno que está a cargo de la cuestión, Argentina es un país en pésimas condiciones de cultura, salud, trabajo y educación.

Un pibe vestido de negro se me acerca. Noto que lleva de la mano a una chica con un enorme moretón en el ojo derecho. Prejuzgando, el pibe tenía toda la pinta de merquero del mundo, y la piba igual, por lo que no se me hizo difícil pensar que el golpeador era el mismo flaco. Me pregunta: “¿ya tocó El Otro Yo?”. Le respondo que no sé. Se va. Ahí supe que la banda estelar era El Otro Yo. “Garrón”, dijimos los tres, pero de todos modos nos quedamos, para proseguir con el masoquismo. Nos paramos en la fuente y la banda de los Aldana arranca. Mejor de lo que esperaba, aunque lejos de gustarme. El público no tiene mucha onda, hubiera venido mejor una banda rollinga, porque ese era el público de la plaza. De todos modos, respeto. Veo que delante de nosotros, dos flacos se cuelgan de sendos postes (paralelos y separados entre ellos por 5 metros) y que despliegan una enorme pancarta, que no podía leer bien ya que desde mi posición veía el cartel al revés. Estábamos muy calientes, ya que esa pancarta obstaculizaba por completo y casi de manera exacta nuestra visión del escenario. Lo único que podíamos contemplar era esa fucking bandera. Aburridos, tratamos de descifrar su inscripción. Llegamos a la siguiente conclusión: “Parición con Vida Ya! De López”. No lo entendí, pensé que era un preso político o algó así. Por esos días, Etchecolatz había sido condenado a perpetua. Aldana se para frente al micrófono y, con su típico tono aniñado-inocente dice: “estamos muy felices que todos los hijos de puta, todos los terribles hijos de puta que mataron y torturaron estén yendo presos para toda la vida...”. No recuerdo las palabras exactas, pero eran más o menos esas. Un chico con acné que pasó al lado nuestro le gritó: “habla bien!”. Risas. Luego, Aldana dice: “este tema se llama Licuadora Mutiladora, y habla del gobierno de Videla que mató tantos chicos”, bla bla. En ese momento nos fuimos. No hay tópico que sostenga una mala canción.

Esa noche nos juntamos en lo de Gastón. Estábamos viendo, por algún extraño motivo, Informe Semanal. Aunque, pensándolo ahora, creo que el hecho de ir a la plaza nos llevó de un cachetazo a la realidad y por unos segundos nos sentimos en la obligación de poner un noticiero. Allí nos enteramos que un tal Jorge Julio López, testigo clave del juicio contra Etchecolatz, había desaparecido y que se desconocía su paradero. La inscripción del cartel que habíamos visto se completó sola: “Aparición con Vida Ya! De Jorge Julio López”.

El tipo todavía no apareció. La revista estaba impresa y quedó así, desactualizada, sin tomar en cuenta al desparecido 30.002 que se sumó a los expedientes bochornosos de nuestro país. Aquella noche del noticiero volví a mi casa. Como siempre en esta ciudad, ni un perro se movía a la distancia, y los edificios parecían estar siendo sostenidos por la densa humedad. Una inscripción me llamó la atención: educación, trabajo y fusil. Pueden verla, está en 6 y 46, escrita en letras negras. No entendí lo que estaba reclamando el tipo que se tomó 5 minutos para eternizarla contra una pared. Pero la incoherencia de la frase me hizo pensar, como si todo lo vivido se hubiera plegado mágicamente en una sola idea, en los Nerd Kids, en los pibes de la plaza fumando marihuana contra un árbol, en la licuadora mutiladora, en Lopez, en Etchecolatz, en Bru, todo se me hizo la misma cosa, la misma falta de idea, la misma falta de identidad, el mismo desinterés, el mismo odio contra los mismos odiados por los mismos odiadores; fue ahí que pensé, fue ahí que sentí casi físicamente, en una sensación difícil de explicar que puedo resumir como un terrible calor que nació en la base del estómago y se instaló en mi garganta, que eso era Argentina, que la palabra abstracta Argentina era eso, un cartel bloqueándome la visión del espectáculo, una aberración que se repite 30 años después, una chica de 15 años embarazada mandando un mensaje de texto, eso era Argentina, lo pude sentir, y todo lo que me rodeaba, los edificios y las casas y los maxikioscos y los cyber cerrados y las obras en construcción, fueron parte de lo mismo, estuvieron unidos por unos segundos por esa idea que nos empeñamos en llamar Argentina, como besar a una chica y sentir que el amor es eso y que no hay nada más, Argentina estaba escrita en esa frase sin sentido sobre una pared de calle 6. Una frase sin sentido para un país sin rumbo.

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