Wednesday, August 30, 2006

Un repaso por la discografía de: Richard Ashcroft


Introducción

Una pálida rubia, envuelta en un vestido blanco inmaculado, flota bajo el agua, asustada. El mar parece turbio, la luz del sol no llega a iluminar las profundidades y la chica mueve los brazos de un lado a otro tratando de sostenerse en el oscuro lugar. Partículas de tierra viajan de un lado a otro, aumentando la hostilidad que de por sí transmite la situación. Los Chemical Brothers arman una introducción de cuerdas profanadas por la electricidad, el panorama se vuelve entre épico y tenebroso, la chica sigue allí y aún no vislumbramos la razón, sus cabellos no dejan de moverse por la acción de la marea. Empezamos a escuchar algo, una voz, una voz supraterrenal, una fuerza imparable, una arenga grave que sacude los cimientos de cualquier lugar, y entonces aparece detrás de la chica, desde las sombras del mar, una enorme ballena, una ballena gigantesca que le da nuevas proporciones a la situación: la rubia no es más grande que el ojo del animal, y fue esa voz lo que invocó al monstruo, sólo una voz así puede movilizar a un gigante de esa naturaleza. La imagen es impactante: la chica está allí, flotando en soledad con su vestido blanco, y la boca monumental del animal la acecha detrás, a punto de tragarla.

El vídeo de The Test de los Chemical Brothers es muy bueno. Y la voz de Richard Ashcroft es la que aparece desde las tinieblas. La sensación está muy bien representada. Ashcroft tiene una de las mejores voces que he escuchado; en el último Live 8, Chris Martin lo presentó como “el mejor cantante de todos los tiempos”. Es una de esas voces que, sencillamente, llena la habitación y sostiene las paredes del lugar mientras resuena. Podría comparar su forma de cantar con la de Ian McCullogh, pero no sería del todo adecuado, la voz del líder de Echo and the Bunnymen es más introspectiva, la de Ashcroft está destinada a los estadios.

Con estos pergaminos, vamos a hacer un repaso por la carrera de Richard, desde sus comienzos como pelilargo noventoso en Verve hasta sus días como millonario místico que accede a participar en el Live 8. 3 discos con su ex grupo y otros 3 como solista completan la cosecha de uno de los mejores cantantes nasales de la historia, si es que a alguien se le ocurre elaborar alguna vez un ranking tan estúpido.

A Storm In Heaven – The Verve (1994) Calificación: *****

No es sorprendente que lo mejor que haya editado Aschroft en toda su carrera sea su primer disco. Es algo que pasa con muchos artistas. Recordemos la frase famosa: “uno está toda la vida para grabar el primer disco, y dos años para grabar el segundo”. A Storm In Heaven es fenomenal: climático, melódico, casi mántrico, guitarras que generan mareas de sonido sobre las que la voz de Richard va volando con desidia. Es interesante notar que, en la mezcla, la batería ha sido seteada a un volumen relativamente bajo, lo que le quita a las canciones conexión a tierra y refuerza esa sensación etérea que uno percibe cuando escucha las canciones. El trabajo del guitarrista Nick McCabe es muy bueno, casi impresionista, buscando armar situaciones o generando ambientes, y las estructuras de los temas muchas veces prescinden del clásico estrofa-estribillo, diría que van buscando su lugar sobre la marcha, que avanzan regidas por la inercia que generan los mismos instrumentos. Los saxos que aparecen sobre el final del tema Butterfly son un punto altísimo en un disco lleno de grandes momentos, la canción See You In The Next One, que cierra el trabajo, tiene todos los elementos que luego encontraremos en las clásicas baladas-Ashcroft, pero está interpretada con impecable buen gusto: un piano suena debajo de una piscina y la voz filtrada de Richard genera un aire de enrarecimiento que aporta mucho clima. Recordemos dos cosas importantes: en esta época, Richard era adicto a casi cualquier droga que le presentaran, sobre todo cocaína, y, por otro lado, la banda firmaba todos los temas en colaboración, se compartían las composiciones.

A Northern Soul – The Verve (1995) Calificación: *****

The Verve llevó las ambiciones de A Storm In Heaven un paso más allá, se volvieron locos con la posibilidad de hacer canciones de psicodelia guitarrera y prepararon un disco que pareciera no terminar jamás. Las canciones duran no menos de 5 minutos, y el cuelgue se hace por momentos muy pronunciado. Pero esto no quiere decir que el disco sea malo, por el contrario, es excelente, otra obra maestra en la que se comienza a evidenciar el gusto de Richard por las canciones, con algunas gemas como History (con intro de violines que preludia la sinfonía agridulce) y On Your Own, un manifiesto existencialista en guitarra acústica que, según palabras de su compositor, “fue el primer tema que hice en mi vida yo solo”. Pero On You Own es una excepción, en temas como So It Goes, Brainstorm Interlude o (Reprise) la banda te lleva por ambientes llenos de acoples y bajos profundos a escasas revoluciones por minuto, como en cámara lenta. A New Decade es un comienzo arrollador, arranca una intro colgada en fundido y luego un riff de McCabe te vuela la peluca. Richard comienza a preocuparse un poco más por las letras. En On You Own esto es evidente, pero también, a lo largo del disco, podemos encontrar frases como éstas: “I was buying some feelings from abandoned machines”, “I stand accused just like you for being born withouth a silver spoon”. En fin, The Verve superó con creces la prueba del segundo disco y se abrió un nuevo panorama para avanzar en su próximo trabajo. El disco, como es obvio, vendió como el orto. Mientras tanto, unos hermanitos de Manchester posaban los ojos del mundo sobre la música inglesa y facturaban millones. Ese movimiento, que incluía a Pulp y Blur, se llamaba Brit Pop. The Verve se estaba quedando afuera de la fiesta, aún cuando Noel Gallagher le dedicaba canciones (Cast No Shadow) y lo elogiaba repetidamente en público.



Urban Hymns – The Verve (1997) Calificación: ****

Tuvieron que pasar dos años para que The Verve vuelva a editar un disco. En el medio pasaron algunas cosas: Richard dejó definitivamente la merca, le encontró el gusto a las canciones y se convirtió en “compositor”; el Brit Pop se convirtió en una forma de sonido bastante reconocible y, porque no, predecible, del que la banda decidió alimentarse para ganar algunos mangos. Urban Hymns fue la gloria y fue el fin, fue la consagración y la muerte, el éxito comercial que llegó y separó al grupo. De entrada, las composiciones ya no son compartidas, Richard firma casi todos los títulos: Drugs Dont Work (en la que explica al mundo el fin de su adicción), Lucky Man, Sonnet, One Day, Velvet Morning, etc. El pibe se convirtió en un baladista profesional. Aún así, el disco es bueno, es difícil resistirse al encanto de sus canciones, son inmediatas y universales, llenas de inspiración y optimismo. La psicodelia queda relegada a sólo 2 títulos: Come On y The Rolling People, casualmente los únicos que firma la banda en colaboración. El grosso de McCabe aporta una sola canción, que por cierto es uno de los mejores momentos del disco, Neon Wilderness, un tema colgadísimo casi sin melodía, que podría haber entrado tranquilamente en A Storm In Heaven. Las letras de Richard comienzan a acercarse peligrosamente a la autoayuda en plan Bono, faceta que lamentablemente exacerbaría en su etapa solista. Si he marcado la redondez y perfección de algunos temas (Lucky Man y One Day son mis preferidos), no es posible olvidar ese fabuloso himno inmortal, Bittersweet Symphony, del que ya hablamos en el posteo sobre los 90. Quiero detenerme a relatar una anécdota. La canción incluye un riff de violines que ha sido extraído de una canción de los Stones. El mercenario impresentable de Jagger y su amigo vampiro Richards presentaron una demanda y en la actualidad cobran todas las regalías de la canción. Hay que ser hijo de puta... ¿cuánta plata quiere esta gente? El bueno de Richard compuso una canción brillante, que no tiene nada que ver con el tema original, y estos Mr. Burns del rock se adjudican (abogados mediante) todo el dinero que tendría que ir al ya abultado bolsillo de Ashcroft. La ambición de estos tipos no tiene límites. En fin, volviendo a The Verve, el final del vídeo de Bittersweet es gráfico con respecto a la realidad del grupo: recién sobre el final del tema entran caminando los demás integrantes de la banda, y la primer pregunta que le surge al televidente es: “¿quiénes son estos 4 extraños?”. Fue el fin, que se formalizaría unos meses después. Richard emprende un camino como solista y deja una de las mejores bandas de los 90, sin dudas, con 3 discos que uno no debería dejar de escuchar jamás.

Alone With Everybody – Richard Ashcroft (2000) Calificación: ** y 1/2

El tipo está jugando al juego de las grandes canciones, y de esa manera debemos juzgarlo. No hay razón para pedirle psicodelia, si sencillamente ya no le interesa hacerla. Hace canciones, y debemos valorar su música desde ese lugar, desde su capacidad para hacer temas que lleguen o que generen emociones en el oyente. Su primer disco solista abre con una hermosa canción, A Song For The Lovers, una balada mid-tempo de cuerdas y arreglos preciosistas con coda incluida, repleta de melodías que se van entrelazando de a poco. Ya, en esta canción, encontramos todos los trucos y recursos que Ashcroft pondrá en juego a lo largo de su carrera. En Alone With Everybody ha dejado de lado las guitarras, las cuerdas son las protagonistas, apenas si escuchamos una electroacústica rasgueando de fondo, olvídense de alguna eléctrica. Mi canción preferida es Crazy World, que también termina en una coda con melodías que se van entrelazando de a poco y también está plagada de arreglos preciosistas. Comienza a intuirse una idea de fórmula, de conjunto de clichés. Aún así, la voz de Richard vuelve decentes canciones que en otros intérpretes se derrumbarían. Ashcroft se calzó el disfraz de crooner cool moderno, que por momentos es muy pesado.

Human Conditions – Richard Ashcroft (2002) Calificación: ***

El mejor de los trabajos solistas de Ashcroft, justamente porque sus canciones son las más inspiradas de su carrera post-Verve. Hay algunos temas que llenan de luz la habitación: Man On A Misión, Science Of Silence, Nature Is The Law, todas son perlas de un gran compositor que se vio inspirado, quizás, por la presencia de Michael Wilson y su arena californiana en el estudio de grabación. El gordo glorioso mete voces en el mencionado Nature Is The Law y cierra el disco bien arriba. Si en Alone With Everybody predominaban las cuerdas, aquí el control lo tienen las teclas de órganos, teclados y pianos que adornan con buen gusto muchas de las canciones. Presencias estelares: Kate Ridley, tecladista de Spiritualized y esposa del propio Richard y Chuck Leavell, colaborador de larga data de los Rolling Stones. La producción hi-fi está presente en todo momento en un disco con pocos puntos flojos, entre ellos el intento rockero brit-pop de Bright Lights y alguna letra demasiado dulzona. Pero, otra vez, se trata de un trabajo redondo, con baladas climáticas como Running Away y Paradise que se tornan ideales para musicalizar domingos melancólicos

Keys To The World – Richard Ashcroft (2006) Calificación: **

Sin dudas, lo peor que haya editado en su carrera, aún cuando es mejor que, digamos, cualquier cosa que Snow Patrol pueda llegar a sacar en un día inspirado. Las letras son excesivamente empalagosas, Words Just Get In The Way es la respuesta inmediata a Fix You de Coldplay, llevando la autoayuda aún más lejos. Las composiciones son aburridas y predecibles, quizás los primeros 30 segundos de cada canción sean interesantes, luego reluce el arsenal de trucos y todo se vuelve soporífero. Cry Till The Morning es, ya desde el título, una de las peores canciones que Ashcroft haya escrito. Algunas baladas parecen estar hechas para musicalizar escenas de amor de alguna película de Disney, Why Do Lovers? quedaría muy bien en la secuencia del Rey León en la que Nala y Zimba se aparean. World Keeps Turning es definitivamente AOR, me hace acordar a un tema de Brian Adams (ni siquiera Ryan). El inicio, con el pobrísimo Why Not Nothing?, es por lo menos ramplón. Escuchar el disco entero es casi una tarea imposible, todo el tiempo llega una y otra vez ese clima de “juntos lo haremos posible” a-lo-Lerner, y la cuestión se termina tornando irritante. Lo que más perturba es que todo sea pose, una pose asumida por el propio Ashcroft, en la que él es el músico que viene a tirar sus temazos al mundo en el medio del caos reinante. Se lo ve excesivamente distanciado y cómodo con su situación, un millonario cool que cree que las cosas se solucionan con el poder del amor o algo así. De todos modos, algunos momentos son dignos. Break The Night With Color tiene algo de la magia de antaño, Keys To The World empieza con unos coros femeninos que le aportan mucho a la canción, Sweet Brother Malcolm sería muy buena si durara 1 minuto, pero se prolonga hasta arañar los 5. Por cierto, es la primer canción de la historia en la que pienso que Richard no canta bien. Todo un símbolo.

Pd.: me gusta que los discos sean calificados mediante estrellitas, por eso me tomé el atrevimiento de hacerlo.

Pd.: próximamente un posteo sobre los mejores cantantes nasales de la historia.

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